Gabriel Stokes es un sacerdote que logró sobrevivir al advenimiento de los muertos vivientes tras encerrarse en su iglesia a inicios del brote zombie.
A pesar de ser un hombre de Dios, esconde en su pasado un turbio secreto que lo atormentaba y que no lo hacia ser menos pecador que el resto de las personas que quedaban sobre el mundo.
Tras ser encontrado y rescatado por el grupo de Rick, Gabriel comenzó a ver la dura realidad que debía afrontar y tomo la aparición de estos como un castigo mandado por Dios por las terribles cosas que había hecho.
Gabriel es un hombre afroamericano de aproximadamente 45 años de edad, con vocación de servir a Dios, cuya fe constantemente entraba en conflictos con su increíble cobardía y lo hacia tomar malas decisiones. A inicios del apocalipsis se aisló por completo del mundo exterior encerrándose en su iglesia y por esta razón tuvo problemas para adaptarse a la nueva realidad que debía afrontar. También vivió atormentado por algo terrible que hizo en el pasado y sintió extremo remordimiento al respecto, aunque logro demostrar una gran fuerza para superar todo lo malo que le había tocado vivir.
Sin abandonar sus creencias y hábitos como sacerdote, él aprendió a valerse por sí mismo y adoptó una dura mentalidad de supervivencia hasta al punto de convertirse en uno de los hombres de confianza en el grupo. Realmente no tenía habilidades sustanciales de lucha, ni sabía utilizar un arma, pero progresivamente aprendió cómo hacerlo. Además, de acuerdo a sus feligreses, Gabriel posee un pésimo sentido del humor.
Antes de que los muertos se levantaran de sus tumbas, Gabriel era ministro en la St. Sarah's Episcopal Church, iglesia a la que asistían personas de los alrededores incluidos ciudadanos de Atlanta, y regularmente oficiaba misas y predicaba la palabra del señor. Cada año celebraba una colecta de comida enlatada para ser destinada al banco local de suministros, con miras a ayudar a los más necesitados.
Cuando el apocalipsis zombie comenzó, Gabriel inmediatamente se refugió en su iglesia y cerró las puertas para que nadie más pudiera ingresar. Pronto varios miembros de su congregación comenzaron a llegar buscando refugio pero el hombre se rehusó a dejarlos entrar por temor a lo que le pudiera suceder si abría las puertas, y eventualmente el alboroto causado por los reclamos de los feligreses terminó atrayendo a los caminantes que merodeaban por el bosque. Gabriel fue obligado a escuchar como sus amigos y conocidos morían en agonía a manos de las criaturas y maldecían su nombre por haberlos condenado a tan cruel destino.
Aunque quedó muy afectado por lo que había hecho, Gabriel logró sobrevivir por meses encerrado en su iglesia comiendo la comida enlatada que habían recolectado justo antes que la epidemia se desatara, pero cuando los suministros comenzaron a agotarse no le quedó de otra más que volver a salir al mundo exterior.
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